TEMAS ─ POR JOSE VICENTE G.

23.5.13

GENTE DE SEGUNDA MANO

Para muchas, muchísimas personas, siempre han sido desagradables los objetos de segunda mano. El solo hecho de que alguien los haya usado antes les hace parecer manchados, empañados, sin atractivo. El anuncio proclama: "¡Casi Nuevo!", con lo que solo se acentúa el hecho de que no lo es. El segundo dueño solamente consigue usar lo que otro ha usado antes. Será práctico y barato pero le falta sorpresa y emoción. Si nos ponemos un vestido de segunda mano, no podemos menos de pensar que nos hemos metido en la funda de otro. Sentimos que hemos perdido parte de nuestra personalidad al vestirnos con una prenda que antes ha vestido otro. Preferimos un vestido nuevo, aunque sea de inferior calidad, a uno prestado o heredado, por bonito que sea. Nuestro vestido es, de una manera externa pero clara y definitiva, parte de nosotros mismos, y queremos que toda parte de nosotros mismos sea nuestra; que toda parte de mí mismo, sea mía.

Y AHORA NOS ENCONTRAMOS CON QUE NO ES ASÍ. No se trata ya de que nuestro vestido sea prestado, sino que también lo son nuestras ideas, nuestros principios, nuestras creencias, nuestros gustos y nuestras convicciones. Lo que creíamos que era nuestro exclusivo y característico, resulta ser tan solo herencia vulgar y común. <<Yo no soy yo, hay poco de mí en mí mismo, soy de segunda mano. Lo que yo llamo mis ideas, no lo son sino que todas han sido antes de otros. Yo no las he discurrido por mi cuenta. Mis gustos son heredados, y si yo hubiera nacido en otra parte del mundo y bajo otra cultura, no me gustarían muchas cosas que ahora me gustan; en cambio, me encantarían cosas que ahora me desagradan>>. Somos un manojo de prejuicios, somos un paquete de conceptos prefabricados. Lo que llamamos en nosotros "Reacción Espontánea" no es más que la repetición de un hábito aprendido; y lo que consideramos genuino solo llega a parecérnoslo a fuerza de constantes ensayos. No somos originales sino manejados. Llevamos tanto tiempo con este traje prestado, que hemos llegado a creer que es nuestro.

Es bien sabido que una persona no puede criarse y desarrollarse por sí misma. La criatura humana no puede prescindir de influencias externas, y el intentar semejante cosa sería la más perniciosa de todas las pretensiones. Al niño hay que enseñársele un lenguaje y un modo de vida, hay que iniciarlo en las leyes y costumbres de la etiqueta y de la moral. No puede la persona partir de cero; por poner un ejemplo, no tendría sentido que alguien comenzara por inventar su propio sistema numérico para luego crear sus propias matemáticas. Se hace bien en aprovechar la sabiduría de los siglos y usar libros de texto para conocer el progreso de las matemáticas y demás ciencias hasta el día de hoy. El peligro está en que nos quedemos atascados en los libros de texto y en las enseñanzas que nos dieron, y no lleguemos a aportar algo original, algo creativo, algo nuevo al saber y a la experiencia de quienes nos han precedido. NECESITAMOS INVESTIGACIÓN PERSONAL SI ES QUE QUEREMOS ENCONTRAR NUEVOS CAMINOS.

El riesgo está en que, ya que cierta educación es necesaria, esta llegue a hacerse inviolable y sacrosanta. El sofisma disimulado está en cambiar el hecho de que "cierta" educación es necesaria, por la suposición de que "esta" educación es la necesaria e irremplazable y, así, lo que es un mero accidente histórico y circunstancial se hace tradición venerada. "Esta" es la manera correcta, y "aquello" no debe hacerse.

Se trata de una verdadera conspiración para no dejarme, a mí, ser yo mismo. Por nuestro bien, desde luego, y con la mejor intención del mundo, pero la trama adversa se teje sin cesar. Las personas que están más cerca de nosotros y las que más nos quieren nos han estado diciendo desde nuestra tierna infancia qué es lo que tenemos que hacer y qué es lo que tenemos que evitar, qué tenemos que pensar y qué tenemos que creer, qué es lo que está bien y qué es lo que está mal. Nos han dicho todo eso antes de que tuviéramos la oportunidad de averiguarlo por nuestra cuenta; y más que decírnoslo, nos lo han inculcado a través del ejemplo y la costumbre, de recompensas y castigos, de cariño y de miedo, hasta que han logrado establecer en mi conciencia, en nuestra conciencia, todo un código de deberes y obligaciones que ha de presidir nuestras acciones todo el resto de nuestra vida y nos hará sentirnos satisfechos cuando nos conformemos a él, y culpables cuando lo violemos... "Debes ser católico porque todos en la familia hemos sido católicos"; "Debes ser musulmán porque todos en esta comunidad lo son"; "Debes gustar del futbol y ser hincha de tal equipo porque tu padre y todos tus ascendientes lo han sido"; "Debes ser médico porque tradicionalmente en la familia han sido solo médicos"; "Debes tratar de aprovecharte y sacar el máximo provecho económico de los hombres, mujer, porque en tu familia tus ascendientes así lo hicieron"... etc.

La influencia de la familia en la formación de las personas es evidente y universalmente reconocida. Lo importante es caer en la cuenta de que la transferencia de valores se hace de manera inconsciente y precrítica. El niño o el púber no cuestiona, no evalúa, no juzga. <<Este es el camino verdadero porque es el que seguimos en la casa>>. Esa creencia, esa costumbre, esa preferencia, saltan automáticamente cuando se presenta el estímulo y hacen obrar o reaccionar a la persona de manera consabida, y nosotros casi ni somos ya responsables de ello. Han activado la cinta, han activado el programa, han activado el software que nos han digitado, eso es todo. Y el CD que contenía el programa lo habían puesto allí, otros. Es hora de revisar ya la colección de softwares o de CDs en mi mente, en nuestras mentes.

Si el niño hubiera nacido en otro sitio, habría aprendido chino en vez de español, y en vez del café de la mañana podría estar disfrutando un aperitivo de sangre coagulada entre los ganados de la estepa africana. Y si la niña hubiese nacido en otras lejanas tierras, de adulta en lugar de estar preocupada y celando la ultra fidelidad esperada por parte de su esposo, estaría ─por ejemplo─ entendiendo que ella estaría haciendo parte de un harén de 9 ó 10 esposas simultáneas de un mismo hombre, sin conocer el concepto de la fidelidad, ni ─menos─ de la exclusividad conyugal, ni de los celos.

Claro que cuando se afirma que somos esclavos de nuestro pasado, no por ello debemos renegar de él. Nuestro pasado y el de nuestros ancestros es plenamente válido, con la condición de que quede y actúe como pasado, sin dominar nuestro presente. Que nos dé base, pero que no nos obligue a repetir ciegamente sus esquemas. Aceptemos y abracemos con gratitud todas las influencias que han dado forma a nuestras vidas. Y ojo a esto: <<Ahora que siento la madurez de la vida, mi deseo y propósito debe ser tomarla en mis manos y moldearla desde ahora como yo creo y quiero moldearla; pero, eso sí, con responsabilidad y valentía>>.

Y otro aspecto. Aunque todos los elementos de nuestra personalidad pueden ser de segunda mano, la mezcla que en cada uno de nosotros constituyen, es única. Y esa mezcla es nueva, es individual. Y lo que propongo es que de aquí en adelante sea yo quien defina la mezcla, sea yo quien decida cuáles son los elementos de mi mezcla, y cuáles los que van a ser descartados, siendo yo quien controle las proporciones de la mezcla según mi responsable criterio y decisión personal. El día comienza cuando me despierto. Hasta ahora eran pinceles extraños los que pintaban el lienzo de mi vida; desde ahora quiero usar mi propio pincel.

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