Para muchas, muchísimas personas, siempre han sido
desagradables los objetos de segunda mano. El solo hecho de que alguien los
haya usado antes les hace parecer manchados, empañados, sin atractivo. El
anuncio proclama: "¡Casi Nuevo!", con lo que solo se acentúa el hecho
de que no lo es. El segundo dueño solamente consigue usar lo que otro ha usado
antes. Será práctico y barato pero le falta sorpresa y emoción. Si nos ponemos
un vestido de segunda mano, no podemos menos de pensar que nos hemos metido en
la funda de otro. Sentimos que hemos perdido parte de nuestra personalidad al
vestirnos con una prenda que antes ha vestido otro. Preferimos un vestido nuevo,
aunque sea de inferior calidad, a uno prestado o heredado, por bonito que sea.
Nuestro vestido es, de una manera externa pero clara y definitiva, parte de
nosotros mismos, y queremos que toda parte de nosotros mismos sea nuestra; que
toda parte de mí mismo, sea mía.
Y AHORA NOS ENCONTRAMOS CON QUE NO ES ASÍ. No se trata ya de
que nuestro vestido sea prestado, sino que también lo son nuestras ideas,
nuestros principios, nuestras creencias, nuestros gustos y nuestras
convicciones. Lo que creíamos que era nuestro exclusivo y característico,
resulta ser tan solo herencia vulgar y común. <<Yo no soy yo, hay poco de
mí en mí mismo, soy de segunda mano. Lo que yo llamo mis ideas, no lo son sino
que todas han sido antes de otros. Yo no las he discurrido por mi cuenta. Mis gustos
son heredados, y si yo hubiera nacido en otra parte del mundo y bajo otra
cultura, no me gustarían muchas cosas que ahora me gustan; en cambio, me
encantarían cosas que ahora me desagradan>>. Somos un manojo de prejuicios,
somos un paquete de conceptos prefabricados. Lo que llamamos en nosotros
"Reacción Espontánea" no es más que la repetición de un hábito
aprendido; y lo que consideramos genuino solo llega a parecérnoslo a fuerza de
constantes ensayos. No somos originales sino manejados. Llevamos tanto tiempo
con este traje prestado, que hemos llegado a creer que es nuestro.
El riesgo está en que, ya que cierta educación es necesaria,
esta llegue a hacerse inviolable y sacrosanta. El sofisma disimulado está en
cambiar el hecho de que "cierta" educación es necesaria, por la
suposición de que "esta" educación es la necesaria e irremplazable y,
así, lo que es un mero accidente histórico y circunstancial se hace tradición
venerada. "Esta" es la manera correcta, y "aquello" no debe
hacerse.
La influencia de la familia en la formación de las personas
es evidente y universalmente reconocida. Lo importante es caer en la cuenta de
que la transferencia de valores se hace de manera inconsciente y precrítica. El
niño o el púber no cuestiona, no evalúa, no juzga. <<Este es el camino
verdadero porque es el que seguimos en la casa>>. Esa creencia, esa
costumbre, esa preferencia, saltan automáticamente cuando se presenta el
estímulo y hacen obrar o reaccionar a la persona de manera consabida, y
nosotros casi ni somos ya responsables de ello. Han activado la cinta, han
activado el programa, han activado el software que nos han digitado, eso es
todo. Y el CD que contenía el programa lo habían puesto allí, otros. Es hora de
revisar ya la colección de softwares o de CDs en mi mente, en nuestras mentes.
Si el niño hubiera nacido en otro sitio, habría aprendido
chino en vez de español, y en vez del café de la mañana podría estar
disfrutando un aperitivo de sangre coagulada entre los ganados de la estepa
africana. Y si la niña hubiese nacido en otras lejanas tierras, de adulta en
lugar de estar preocupada y celando la ultra fidelidad esperada por parte de su
esposo, estaría ─por ejemplo─ entendiendo que ella estaría haciendo parte de un
harén de 9 ó 10 esposas simultáneas de un mismo hombre, sin conocer el concepto
de la fidelidad, ni ─menos─ de la exclusividad conyugal, ni de los celos.
Claro que cuando se afirma que somos esclavos de nuestro
pasado, no por ello debemos renegar de él. Nuestro pasado y el de nuestros
ancestros es plenamente válido, con la condición de que quede y actúe como
pasado, sin dominar nuestro presente. Que nos dé base, pero que no nos obligue
a repetir ciegamente sus esquemas. Aceptemos y abracemos con gratitud todas las
influencias que han dado forma a nuestras vidas. Y ojo a esto: <<Ahora
que siento la madurez de la vida, mi deseo y propósito debe ser tomarla en mis
manos y moldearla desde ahora como yo creo y quiero moldearla; pero, eso sí,
con responsabilidad y valentía>>.
Y otro aspecto. Aunque todos los elementos de
nuestra personalidad pueden ser de segunda mano, la mezcla que en cada uno de
nosotros constituyen, es única. Y esa mezcla es nueva, es individual. Y lo que
propongo es que de aquí en adelante sea yo quien defina la mezcla, sea yo quien
decida cuáles son los elementos de mi mezcla, y cuáles los que van a ser
descartados, siendo yo quien controle las proporciones de la mezcla según mi
responsable criterio y decisión personal. El día comienza cuando me despierto.
Hasta ahora eran pinceles extraños los que pintaban el lienzo de mi vida; desde
ahora quiero usar mi propio pincel.
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