VIVIMOS EN EL PLANETA DE VÍBORAS Y RATAS. Esto del término 'víboras
y ratas', es una expresión aquí aplicada por el suscrito. Y así la acuñé, años
atrás, cuando empecé a compartirle y a explicarle a mi esposa, este mi parecer:
El planeta de víboras y ratas; por no decir, el planeta de la maldad.
Que ¿por qué lo así lo he apodado?
Si contemplamos a Colombia, que es lo cercano a nosotros,
para donde quiera que miremos veremos a alguien bregando a perjudicar, lesionar
o atropellar a otros, por beneficio propio, por odio, por envidia, por placer, por
dinero, por degeneramiento (drogas) o por innumerables razones; pero,
despiadadamente, cagándose en otros. Los delincuentes, acuchillando por robarse
un celular. La inmensa mayoría de los policías, embistiendo y despojando de
algunos pesos a cuanto conductor decente ven. Los políticos, ya con puestos de
manejo, robándose el patrimonio público. Los "honorables" legisladores,
preparando e impulsando leyes amañadas a su conveniencia. El presidente de la
república, decidiendo en favor de su grupo y de sí mismo sin importarle que arrolla
y pisotea a todo un país. Los líderes religiosos (con sus excepciones), muchas
veces sin creer en sus propias prédicas, manejándolas y manipulando a sus
feligreses para tenerlos intimidados, asustados, cuál cándidos borregos,
diezmando en su favor. Los guerrilleros, violando, secuestrando y matando sin
ton ni son. Los propietarios y administradores "de alto nivel" de las
EPS, robándose los aportes de los ciudadanos y tirando por el piso la salud
pública. Las oficinas de sicarios, asesinando aquí y allá. Las guerras de
pandillas, matándose entre sí y ajusticiando a otros. Los industriales taurinos,
pugnando por continuar en su morbosa carnicería. Las prostitutas sidosas, repartiendo
el virus de manera consiente y taimada. Los brujos, vendiendo maleficios y
nigromancias. Los médicos, formulando cirugías innecesarias solo por embolsillarse
unos pesos; etc., etc.
Y, en escenarios más familiares a nosotros, más cercanos: La
novia fingiendo amor por un novio adinerado. El empleado haciendo despedir a su
compañero mediante una calumnia. El fulano, después de enterarse de un chisme
vergonzoso de un conocido, malintencionadamente difundiéndolo a diestra y
siniestra. El amigo tomándole el pelo a quien le ha prestado un dinero, en
procura de no pagárselo solo porque fue de confianza y no se firmaron papeles.
El comerciante que engaña de una o de otra manera. La mujer que hace hirientes comentarios
a su amiga, acerca de su esposo, solo por el placer de sembrarle cizaña y
dudas. Quien, mediante afirmaciones, mancha la honra de otra persona. La
envidia que martiriza y no deja reposar a muchos(as). Los unos y los otros,
entre conocidos y desconocidos, esgrimiendo chinches y fastidiosos
comportamientos de prepotencia, orgullo y pedantería, solo por creerse con dos
pesos de más, o con una miserableza de poder en sus manos, o sea, por creerse
ratas de las grandes o víboras de las más venenosas; etc., etc.
Así... la lista de acciones serpientunas y ratunas es mega
interminable sin siquiera salirnos de nuestro país. Desde luego, no estoy
dentro de excepción alguna, cierta categoría ratuna tendré; aunque, estoy
seguro, no tan alta.
¿Y si nos vamos para otros países u oteamos el ambiente internacional,
qué vemos, será distinto, será mejor...? No... Las mismas cosas, con iguales o
con diferentes ejemplos, a veces peores; pero con el factor común de alguien arrollando
a otro o a otros, o acabando con el planeta: La tumbada de Las Torres Gemelas. El
grueso de la población de África del Norte luchando interminablemente por su
libertad en medio de la muerte, las mutilaciones y la destrucción. La histórica
guerra de Medio Oriente cuyo ícono principal es el conflicto Judíos Vs
Palestina. La Guerra del Golfo Pérsico. El derribe de aviones comerciales. La
impresionante carrera armamentista. El desarrollo de pertrechos nucleares. Estados
Unidos violentando a países con altas reservas de petróleo en procura de él. Los
cubanos muertos de hambre y de carencias para que la familia y los amigos de
Fidel estén a todo taco. El rey de España matando inermes elefantes para
hacerse a una ridícula foto. Países en donde ─aún─ lapidan y asesinan
públicamente a una mujer por estar sindicada de infidelidad. En África central
la gente muriendo de desnutrición mientras sus gobernantes poseen inodoros de
oro. Fabricantes de armas biológicas impacientes por utilizarlas. Las grandes
industrias farmacéuticas y la OMS mintiendo mundialmente con el cuento del
misterio del cáncer, con el de las vacunas, de las nuevas enfermedades, etc.,
solo para obtener descomunales beneficios económicos. Los implacables
narcocarteles difundiéndose por uno y por otro país. Los asiáticos acabando con
tiburones, delfines y ballenas para engrosar las economías de esos despiadados
negocios. Los ecosistemas muy menoscabados por el irresponsable proceder de los
humanos. Etc., etc.
¿Será, entonces, que la maldad es moda y que últimamente se
pusieron en boga las especies rastreras serpientunas y ratunas?
Pues, revisemos el pasado, la historia, para ver si en los
pretéritos tiempos se compartía por todos lados, el amor, la caridad y la
tolerancia, y sí vivían en una envidiable paz, tranquilidad y armonía...
Pero... Nooo... !Era peor! Aún con mayor crueldad y sadismo.
En Colombia: las nueve guerras civiles del siglo XIX
incluyendo la guerra de los mil días; el Bogotazo; la época de las chusmas; las
beligerancias a muerte entre liberales y conservadores de mediados del siglo XX
(godos y cachiporros); los famosos bandoleros; el conflicto armado que inició
para los días de 1962 y que aún continúa; el M19; el paramilitarismo; la
narcoguerrilla; los narcocarteles y sus guerras; la inmanejable delincuencia
común, etc., etc.
A través de Netflix se pueden ver series (de excelente
calidad) que aluden épocas pasadas y episodios históricos de cobertura universal,
en los que se observa que 'las víboras y las ratas' de esos lejanos entonces no
eran cualquier rastrerito, eran inmensas y de alcantarilla, unas verdaderas
zarigüeyas o faras, o unas bárbaras anacondas.
Haciendo una rápida revisión de la historia general, podemos
citar, y es una triza: Las impresionantes e incontables guerras carniceras de
los imperios antiguos, los tiempos de los desalmados piratas, de los feroces Vikingos,
las fieras batallas en la Guerra del Peloponeso, las atroces campañas militares
de tipo feudo-expansionista patrocinadas por el papado y conocidas como Las
Cruzadas; las sucias luchas y asesinatos por el poder en todas las épocas y en
todas las regiones, los cruentos espectáculos del circo romano, los
impresionantes y brutales atropellos religiosos que se han dado en diferentes
tiempos y regiones, la sanguinaria y monstruosa inquisición, las espantosas esclavitudes,
las irreflexivas guerras regionales y las mundiales con bomba atómica a bordo,
las bárbaras y vandálicas conquistas que llevaban a cabo los europeos en tiempo
de los descubrimientos de nuevas tierras, etc., etc.
También, se me ocurre pensar en algunos famosos personajes víboro-ratunos
muy gigantes: Luis Alfredo Garavito (la bestia); Pablo Escobar; Rodríguez Gacha;
Adolfo Hittler; Losif Stalin; Vlad Tepes, el emperador de los carpatos que
sirvió de inspiración para crear a Drácula (mandó a descuartizar a 100 mil personas
y gozaba mirando); Pot Pot, el terror de Camboya (mandó a matar cerca de dos
millones de personas incluidas su mujer y sus hijos); Tomás de Torquemada,
quemó a 10 mil personas por cuenta de la Inquisición y mutiló a 27 mil; Iván El
Terrible (entre sus fechoría estuvo el haber violado a más de mil niñas y
mujeres vírgenes); Osama Bin Laden; Idi Amín (en Uganda mató a más de 300 mil
coterráneos y comía carne humana); Muamar Gadafi; Nerón (entre los innumerables
asesinatos, estuvieron su madre y su mujer); Sadam Husein; Atila (arrasó
cantidad de poblaciones para expandir su poder); Cayo César o Calígula; Alphonse
Gabriel Capone (Alcapone); Tiro Fijo... ...Y, así, podríamos,
interminablemente, seguir añadiendo y añadiendo nombres a esta lista víbora-ratuna.
Entonces, por lo visto, la malignidad no es una novedad ni
primicia alguna; y el sufrimiento tampoco es moda, siempre ha pululado.
¿Significa lo anterior que en la Tierra solo hay y ha habido
sufrimiento, víboras y ratas...?
No, no todo el mundo sufre permanentemente ni todos son víboras
ni ratas. Hay un porcentaje de personas incapaces de hacerle ─intencionalmente─
mal a otro semejante; es decir, son realmente buenas. Buenas porque así les
nace ser. Y ese porcentaje varía dependiendo del universo que tomemos, si como
universo tomamos a los vecinos de mi barrio, a nuestros amigos o a nuestros
familiares, seguramente el porcentaje de gente buena, y por lo tanto no serpiente
ni rata, va a ser alto; pues, se supone que estamos rodeados de gente virtuosa
y benévola; aunque no dejará de haber por ahí quienes entre muestren sus
comillitos o su colita.
Pero si tomamos el contexto mundial o el contexto, aún
mayor, histórico-mundial, el porcentaje de buenas personas ha de ser pequeño. Y
cuando hago referencia a 'buenas personas' me refiero a gente francamente buena,
no buenas a la fuerza. No buenas como son en muchos países en los que la gente actúa
como si fuera buena (ojo, como si fuera buena), pero porque las leyes son
demasiadas y muy estrictas y, para acabar de completar, existe, en ellos, la
cultura de señalar, de acusar para que condenen al otro; entonces ─así─ todos se
comportan bien. En esas circunstancias la gente, en general, no es que sea
buena de manera genuina y auténtica, sino que son temerosas de las drásticas leyes
y de las represalias de las autoridades; son sociedades organizadas y muy restriñidas
que generan sus propios escenarios; llamémoslos monarquías absolutistas (Arabia
Saudita), repúblicas dictatoriales (Turquía y Siria), regímenes teocráticos (Irán),
países fundamentalistas (son muchos); pero, también, me puedo estar refiriendo
a países muy civilizados, como Estados Unidos, por ejemplo.
Desde luego que en todos esos pueblos se vive menos libre
pero hay menos desmanes; gracias a las normas. Sí, acabo de escribir 'gracias a
las normas'.
En una oportunidad por asuntos de trabajo tuve que visitar
frecuentemente a Houston y, por ahí, terminé viviendo un tiempo corto en
Galveston (en representación de una compañía petrolera). Es una ciudad pequeña,
supongo de unos cien mil habitantes, ubicada en una isla, en el Golfo de
México, al sureste de Houston y muy cercana a esta ciudad; pertenece a un
condado que lleva ese mismo nombre (Galveston), en el estado de Texas. Allí,
como en muchísimas partes de Estados Unidos, la ley prohíbe ingerir bebidas
alcohólicas en la calle o en partes que sean visibles desde la calle; y ve uno
a esa gente decentísima tomándose un cafécito o un jugo de naranja en la
terraza de la casa ¡Qué compostura! ¡Qué recato!¡Qué comedimiento! piensa uno,
acordándose ─allá─ de las fuentes o barcitos con terraza externa que hay en
Colombia, en donde la gente liba libremente sus licores con la brisa de la
tarde o de la noche.
Pero, allí, en esa pequeña población, la legislatura del
condado admitió o admite (no sé si aún) una semana al año en la que se suspende
la norma que prohíbe el consumo de licor en lugares públicos o visibles; es
decir, durante esa semana del año no es ilegal ingerir bebidas alcohólicas en
la calle o en espacios visibles. Y no me van a creer (o averígüenlo) ¡¡¡Qué desenfrenos
y que excesos de consumo de licor, en plenas calles, los que se dan en esa
ciudad durante esa semana!!! En las mañanas no se puede andar por los andenes para
no estrellarse uno con la cantidad de borrachos y amanecidos que,
trastabillando, aún tratan de sostener alguna botella o alguna caneca en la
mano; es una locura, es para sorprenderse uno, o para ─en mi caso─ cagarme de
la risa. Entonces... esos ciudadanos ¿en realidad son personas abstemias y de
elevadísima moral? ¿Su compostura, decoro y circunspección de todo el año, es
auténtica y genuina? ¿O lo que están es aguantadas esas personas, cual agua de
represa?
Dejo la inquietud en el aire.
Pero es el clásico ejemplo de lo que yo llamo ser bueno a la fuerza. Y, ¿sirve?
Sí, si sirve para ordenamiento social. Pero para mi análisis del paneta de víboras
y ratas, no vale; ahí pueden haber muchas ratas, no solo aguantadas para lo del
licor, eso, en últimas, es una pendejada, una pequeñez; sino, contenidas (a su
pesar) para muchas otras cosas y desmanes que pueden ser peores; enjauladas y
con el deseo de salir a morder. Y eso que el ejemplo que he citado, es
supremamente elemental, casi que sirve es como modelo académico o arquetipo de
referencia.
Desde luego que, como en todos lados, en esos países que
cité (fundamentalistas o demasiado civilizados), ha de existir el porcentaje de
gente realmente buena, buena de fábrica, buena desde adentro, incapaz de hacer
daño adrede a un semejante. Y, entonces, no necesariamente enjaulada.
Lo mismo ocurre con ciertos
seguidores, feligreses o concurrentes (tampoco generalizo, mis respetos para
muchos) de ciertas religiones que ─en el fondo de su autenticidad─ quisieran
malcomportarse, emborracharse, drogarse, cachonear, prostituirse, qué sé yo...
pero que no lo hacen por el temor a convertirse en el churrasco de las llamas
perpetuas del infierno. Y ─claro que sí─ muchas veces es bueno que estén
atemorizados ─lo aplaudo─ porque, sino fuere así, a esos sujetos aguantados, ¿quién
los soportaría en la calle y sin freno? En Bucaramanga tenía yo a una vecina
muy bonita de unos 20 años de edad, asistía ella a un culto religioso por ahí
cerca, vestía con maxifaldas y siempre andaba con un librito (bien moderada)...
de pronto se salió de ese culto (desconozco por qué lo hizo, solo nos
saludábamos), y cual loca se volvió, en shorts y callejerísima; sencillamente, para
mí, era buena a la fuerza.
Con mi esposa, con JULIANITA, desde hace algún tiempo intentamos
no ver noticieros; procuramos no hacerlo, aunque, a veces, casi que
accidentalmente, los vemos. Y siempre es lo mismo: lo que hasta aquí acabo de
escribir, pero en diferentes versiones, unas veces con unos personajes y otras,
con otros. Maldad por todos lados. Esa ha sido la prehistoria, la historia, el
cuento y la actualidad de la humanidad.
Indudablemente, y esto es importante, el nivel de brutalidad
─ojo─ y de atrocidad ha ido suavizándose y atenuándose, eso sí es evidente. La
humanidad, en términos generales y desde el punto de vista de su grado de ferocidad,
ha ido evolucionando y progresando para bien. No es lo mismo un castigo de la
inquisición ─perdón, de "la Santa Inquisición"─ por allá en el año
1.400, cuando por cualquier pendejada lo declaraban a uno hereje y, por ello,
lo descuartizaban lentamente, lo decapitaban, o lo quemaban vivo en una plaza
pública. A que, hoy, por esa misma pendejada o por una afrenta pública que se
les haga a los curas, lo sancionen a uno con algo que se denomina "la
excomunión". Pues ella no duele y, además, nadie entiende qué significa.
Y ese nivel de brutalidad, en todos los ámbitos ha ido
pulimentándose, aunque todavía quedan sociedades que, a estas alturas, aún destrozan
a piedra a una mujer que es acusada de infidelidad. Pero, en general, la
humanidad sí ha ido evolucionando hacia menguar el nivel de crueldad y de
irracionalidad. Pero, ¿a qué velocidad se ha dado esa evolución...? Es la
pregunta del millón.
Haciendo un cálculo de extrapolación, tomando la velocidad
de evolución de ese mejoramiento del índice de crueldad de los últimos dos mil
años (es decir, desde los días cuando en Judea el sumo sacerdote José Ben
Caifás, sin motivos justos movió sus influencias, al interior del Tribunal
Supremo de los Judíos ─el Sanedrín─ para que un caritativo hombre inocente de
Nazaret fuese capturado, llevado y acusado ilegítimamente ante el prefecto
Poncio Pilatos, hasta nuestros días) deduzco que, a ese ritmo, tendremos un
planeta libre de víboras y ratas, y como muchos lo soñamos, tal vez para dentro
de unos mil o mil quinientos años (si no es que algo más); o sea, para el año
tres mil o tres mil quinientos, aproximadamente. Así es que tendremos que tener
paciencia y vamos a esperar ese momento pero "sentados".
Por ahora, año 2014, aún somos muy víboras y muy ratas. No
estamos ni tibios de ser un planeta de gente auténticamente buena. Tenemos avances
tecnológicos muy sorprendentes, claro que sí; pero que en nada menguan nuestra
mentalidad ratuna, pues se suelen tomar esos adelantos materiales y utilizarlos
como elementos de subvención y de ayuda para propósitos perversos. Basta con
que miremos el progreso de la industria armamentista y, para no ir tan lejos,
la utilización del Internet. Pues, a propósito de Internet, ¿todos saben qué
hay en el lado oscuro del Internet...? ¿Noo? Pues busquen en Google para que se
aterren: "Lado oscuro de Internet", busquen así. Y si hasta aquí no
me han dado la razón, ahí me la van a dar: ¡Qué mano de víboras y de ratas las
que hay en estas sociedades!
Entonces, ¿podemos arreglar algo? Sencillamente, nooo.
Si alguien valientemente tapa un hueco, denuncia un hecho
corrupto, da de baja a un maleante, le hace frente a irregularidades; bien por
ese alguien, pero, al tiempo, se están abriendo otros huecos. Desde luego que
se aplaudirá y se valorará su valentía y valdrá su acción; será un granito de
arena, desde luego; pero la mejora no será notoria.
La velocidad general de mejoramiento de la moral y de los
índices de crueldad y de maldad, es tan lenta que es imperceptible. Podemos
incluso amargarnos nuestra vida o vivir apesadumbrados permanentemente de ver
tanta perversidad y, aun así, no alcanzaremos a ver una significativa mejoría
de esa moral generalizada. Y cuando utilizó (acabo de hacerlo) el vocablo
"moral", no me estoy refiriendo al vulgar concepto de moral en el cual,
tiene moral la mujer que viste trajes largos, anchos y de tela gruesa; y no
tiene moral la mujer que viste con minifaldas y mostrando mucha piel. Eso no
tiene nada que ver con la moral, eso es un patrón de comportamiento social que
inventaron ─se me ocurre─ las mujeres amargadas o las personas puritanas.
Voy a revelar, para mí, qué o quién es una persona verdaderamente
de alta moral (con cara teórica porque, para la actualidad y para el pasado, es
una definición casi que traída de los cabellos). Y, para ello, para la citada
definición, voy a transcribir textualmente el concepto que, al respecto,
escribió el eminente pedagogo francés Hippolyte Léon Denizard Rivail (siglo
XIX); y que, con mi pronóstico, así veremos a la gente en el año 3500:
El verdadero hombre de bien y de buena moral, es el que
practica la ley de justicia, de amor y de caridad en su mayor pureza. Si
interroga su propia conciencia sobre los hechos realizados, se preguntará si no
ha violado aquella ley, si no ha hecho mal, si ha hecho todo el bien que ha
podido, si nadie ha tenido que quejarse de él y, en fin, si ha hecho a otros
todo lo que hubiese querido que por él se hiciera. Este hombre, penetrado del
sentimiento de caridad y de amor al prójimo, hace el bien por el bien, sin
esperar recompensas, y sacrifica su interés por la justicia. Es bueno, humano y
benévolo para con todo el mundo, porque en todos los hombres ve hermanos, sin
excepción de razas y creencias. Si ese hombre cuenta con poder y riqueza, ve en
esas cosas un depósito que debe emplear para el bien y no se jacta de ello,
porque sabe que fácilmente lo puede perder. Si el orden social ha puesto
hombres bajo su dominio, los trata con bondad y benevolencia, porque los
considera iguales suyos, y emplea su poder para moralizar a aquellos y no para
fastidiarlos con su orgullo. Es indulgente, tolerante y comprensivo con las
debilidades ajenas, porque sabe que él mismo necesita indulgencias y recuerda el
famoso pasaje de: "El que no tenga pecado, que arroje la primera
piedra". No es vengativo, busca razones para perdonar las ofensas. Respeta,
en fin, en sus semejantes, todos los derechos que dan las leyes de la
Naturaleza, como quiere que se los respeten a él.
Si todo el planeta es de víboras y ratas, y si nadie en su
corta vida alcanza a ver un mejoramiento significativo de la moral general de
las sociedades, ¿para dónde corremos?
No es lo mismo vivir en el popular suburbio de Ciudad Bolívar
en Bogotá, que en el exclusivo y elegante sector de Chicó Reservado, ahí mismo
en Bogotá. No es lo mismo vivir en África central, que en Miami. Desde luego
que, si miramos, encontramos zonas, espacios o ambientes de mejor o inferior
confort, de mejor o inferior orden público, de mejor o inferior clima y, esas,
serían una opciones de mejoramiento hacia donde pudieran correr algunos en
busca de hábitats con menor plaguero de víboras y ratas. Pero esto es teórico
o, ¿cuántas familias cansadas de vivir en Ciudad Bolívar se pueden mudar para
el Chicó Real? ¿Cuántas personas aburridas de África Central se pueden ir del
todo para Miami a vivir? Prácticamente nadie.
Desde luego que conocemos personas que han podido irse a
vivir a otro país o a otra ciudad que consideraban de mejor calidad de vida; es
innegable, pero no es el grueso de las poblaciones no es el indicador típico. Y
viene ahora la pregunta, las excepciones que se pudieron trasladar, ¿en verdad
llegaron a una sociedad libre de víboras y ratas?
Las víboras y las ratas proceden en concordancia con su
entorno inmediato. Las de Ciudad Bolívar seguramente actúan con un cuchillo o
un revolver en la mano robando portátiles y fumando bazuco; las de Chicó
Reservado no hacen eso, allí demuestran su condición ratuna o reptil con unos
niveles de engreimiento, jactancia y discriminación, que harán que aquella humilde
familia imaginaria que logró mudarse a este sector proveniente Ciudad Bolívar,
ahora, con estos nuevos roedores a su lado, añore la familiaridad que tenía
entre sus vecinos en Ciudad Bolívar. Y, posiblemente, algunos o muchos de los
de Chicó Reservado desarrollan su condición vibora-ratuna en su trabajo, no
sería raro que un senador viva en Chicó Reservado.
Luego, la respuesta a la pregunta ¿ante tanta alimaña, para
dónde correr?, es: "No son muchas las posibilidades para donde hacerlo, de
pronto para Plutón o para Júpiter".
¿Qué podemos hacer quienes repudiamos el estilo y
comportamiento víboro-ratuno y deseamos alejarnos de él?
No podemos irnos del planeta Tierra, y estamos teniendo una
vida que, a menos que nos la quitemos, hemos de continuar con ella, y es una
vida corta en la que, muy seguramente, no alcanzaremos a ver muchas mejoras
significativas en el aspecto del cual deseamos alejarnos. Lo que sí podemos
hacer, es no rociar con más ácido y tormento nuestras existencias, y ser muy
conscientes de que nos desenvolvemos en medios víboro-ratunos. Debemos, opino,
sin ser pesimistas ni paranoicos, ser conscientes de las altas probabilidades
que tenemos de sentir dolor físico o psicológico, de ser víctima de alguien, de
percibir decepciones y desencantos, o de resultar implicados en luchas y peleas
y, con esa conciencia, bajarle nivel de malestar y padecimiento a todo aquello
que podamos manejar con nuestra mente por tratarse de aflicciones ocasionadas
por razones subjetivas.
Tengo muy claro que existen dos clases de razones para
sufrir. Con estos nombres nunca lo he leído en parte alguna, pero así lo he
pensado siempre: Las razones objetivas y las razones subjetivas.
Las objetivas ─para mí─ son las verdaderas y reales. Si
alguien se fractura un hueso, tiene razones objetivas para sufrir: el dolor. Si
alguien está enfermo y sufre fuertes dolores, sus razones de sufrimiento son absolutamente
objetivas. Si alguien es puesto preso, tiene razones objetivas para sufrir: la
privación de la libertad. Si a alguien le roban su moto, tiene razones
objetivas: quedó a pie. Si a una madre se le muere su hijo, esto será una razón
objetiva de sufrimiento por un buen tiempo.
Pero hay otras razones que, con mayor difusión y propagación,
hacer sufrir a la gente; me refiero, en mi clasificación, a las razones subjetivas.
Y estas son autoinfundidas (cerebrales), así tengan fundamento social; es decir,
para mí, no son razones válidas, son imaginarias a las que, a voluntad, se les
presta una mayor o menor atención. Los siguientes son ejemplos que no a todo el
mundo aplica: Las mujeres preocupadas por, qué tan lindas lucen o no lucen. Los
padres de familia afanados por lograr pagar un costosísimo colegio para sus
hijos, para que sus amistades así lo sepan. Los que no han salido al exterior perturbadísimos
porque ya todos sus conocidos lo hicieron y ellos no. El insano deseo de
endeudarse y cambiar de casa o de subir de estrato, por el único motivo de que
ya mi compadre lo hizo y no me puedo quedar atrás. La niña que quiere
suicidarse porque se le perdió el celular y en él iban unas fotos selfys
desnuda. El que se abate porque alguien a quien en otrora ayudó, no se lo vive
agradeciendo a cada rato. El papá que sufre porque un hijo le salió gay y
quiere volverlo varón a las buenas o a las malas y, lo peor y que más lo
atormenta, que nadie sepa. La envidia que corroe a muchas personas y que no las
deja dormir por estar codiciando huevonadas ajenas. Y, en general, la berraca
preocupación y todo lo que se hace en función y dependencia del 'qué dirán'.
Mientras no tengamos razones objetivas grandes de
sufrimiento ─si olvidamos las subjetivas─ podemos vivir muy chévere, pasarla de
manera contenta, crear alegría y establecer nuestra primavera, mientras no
llegue por ahí alguna rata o alguna víbora a atacarnos en forma directa.
Las razones subjetivas de sufrimiento para mí no tienen fuerza.
Cada quien le da la validez o importancia que su personalidad quiera
otorgarles. Depende de muchos factores esa resonancia que se les dé: de la
crianza, de la autoestima, de los criterios de cada quien, de cómo se manejen
las pasiones y los resentimientos, de la formación, etc. Habrá quienes se
suiciden por esas razones subjetivas de sufrimiento, y a otros les valdrán nada.
¿Entonces cuál es la propuesta?
Mientras no expiremos y sigamos con vida, desaparecer del
planeta de víboras y ratas, es imposible. Podemos sí evitar exponernos o dar oportunidades
en demasía ante estos bichos. Y mientras no tengamos razones objetivas de dolor
o de sufrimiento, nos queda la tarea (que solo a nosotros perjudicará o
beneficiará) de lidiar y de sortear los motivos subjetivos que ─supuestamente─
nos deben dar sufrimiento. Lidiar y zigzaguear esos MOTIVOS SUBJETIVOS de
sufrimiento, es el único flanco en donde tenemos tela para cortar y para ayudarnos
a pasarla chévere, en verdad que sí.
Tras de que estamos en el planeta de víboras y ratas, muchas
veces con motivos objetivos de dolor y, para acabar de completar, ¿vamos a
meterle más leños a la hoguera prestando razón, oídos y corazón a las razones subjetivas?
¡Por favor...! Pero la mayoría lo hace.
¡No joda! Cambiemos la hora del noticiero por una hora de
música de nuestro agrado. Dejemos de mirar esas telenovelas de pandillas, de
narcos y de prostitutas (víboras y ratas en cantidad). Alejémonos de la gente
negativa, de las personas problemáticas, y de los sujetos complicados. No
pidamos créditos ni asumamos deudas por encima de nuestra capacidad de
endeudamiento. No instemos a nuestros hijos a tener un nivel de vida superior
al de nuestra real capacidad (eso a futuro nos ahorcará). Mientras no le
causemos daño a alguien y esté a nuestro alcance hagamos todo lo que deseemos o
se nos antoje hacer. Dejemos de compararnos hacia arriba con los demás, si
compró que compre, si viajó que viaje. Compremos lo que nos gusta y lo que esté
a nuestro alcance ¡a la mierda con las marcas!. A quienes conviven con nosotros
dejemos de joderlos insertándoles la preocupación del 'qué dirán', qué van a
decir fulanos de tales. En fin, botemos ese puto paraguas y salgamos corriendo
para el parque más cercano, si llueve qué carajos nos mojamos con alegría,
busquemos un río, una playa; no a todo el mundo le va a gustar lo mismo, pero persigamos
lo que nos guste, desde luego que desconectados de preocupaciones subjetivas.
Pero para muchos no va a ser fácil botar el paraguas y salir corriendo, menos
si está lloviendo, porque, ¿qué van a pensar y a decir los vecinos...?
¡Pensarán que estoy loco!
Entonces, si no quiere o no es capaz, siga así y tírese su
cuarto de hora; y acuérdese que las víboras y las ratas por todos lados
asedian, y pueden reforzar a que la tirada del cuarto de hora sea peor.
Y, por favor, si su nivel de padecimiento SUBJETIVO es muy
grande y ningún consejo le ayuda a controlarlo, entonces al menos no se
esfuerce en irradiarlo.
Quedan una par de preguntas en el aire, ¿Por qué el planeta
Tierra ha sido y es así con un nivel tan representativo de maldad? y, segunda,
¿Por qué la evolución de mejoramiento en este aspecto ha sido, y es, tan lenta?
Preguntas al respecto de estas dos interrogaciones, a través
del Inbox por favor jejejejé jejejé.
CHEPE GÓMEZ.