TEMAS ─ POR JOSE VICENTE G.

30.5.13

A LOS HOMBRES NOS GUSTAN ASÍ


Hablando del gusto por una mujer a primera vista, el hombre tiene (o tenemos) poco o medianamente desarrollado el sentido del “detalle” versus el mismo sentido en el sexo femenino. Cuando un hombre ve a una mujer y gusta de su físico y de su apariencia, es porque hace una inspección visual, sin preocuparse ni revisar, por ejemplo, de si el arco y separación de las cejas son los correctos para el tipo de rostro, de si el espesor y curvatura de las pestañas hacen juego con los ojos o no, de si los accesorios que porta la dama son los de moda o si son ya pasados, de si el bolso guarda o no concordancia con la estatura de la mujer; en fin, son bastantes los aspectos que, en detalle, inadvierte el ojo masculino.

Pero lo anterior no significa que de cualquier manera un hombre va a sentir admiración o gusto visual por una dama, o que carece de elementos de juicio. Por el contrario; si bien es cierto que la mayoría de los hombres inadvertimos pequeños detalles de forma, igualmente cierto es que el cerebro masculino dispone de un mega radar programado por los impulsos naturales del varón, para, en un brevísimo tiempo, hacer una análisis completo de la apariencia de la mujer y emitir una vertiginosa respuesta en cualquiera de las apreciaciones: “Si Me Gusta... mucho... muchísimo” o “No Me Gusta”.

Ese radar reconoce en la mujer, algunos aspectos que resultan importantes para la mayoría de los varones; como por ejemplo: unas buenas proporciones curvilíneas en la mujer. Cabe acotar que el gusto por la mujer curvilínea es de origen genético o, mejor, es innato e inherente a la mente masculina. Y entre más curvilínea sea ella pero sin perder la proporción estética, puede parecer más llamativa. Aunque el hombre no entra en la preocupación de si el cuerpo cumple con medidas especiales (90-60-90), esto poco o nada interesa al varón promedio, porque en el gusto de un hombre el rango de aceptación tiene cierta holgura y no está casado con dimensiones específicas o con un peso preciso. Naturalmente que tampoco es que esa holgura vaya a cobijar los casos exagerados o extremos.

Por esto, los modistos internacionales y de peso, principalmente europeos y en cantidad de 99% homosexuales, conscientes del gusto del hombre por la curvilínea forma de la mujer, han procurado menguar y disminuir los atractivos de esa aborrecida hembra (aborrecida por ellos), mediante políticas de contratación de modelos, de inducción sobre ellas, de estimulación y de presión, para que en las revistas y demás medios publicitarios, solo aparezcan y se muestren modelos flaquitas, lisas y llanas, sin cintura, sin caderas, sin senos, sin cola, sin muslos y, en algunos casos, casi sin cabellera (cuasi esqueletos). Y no obstante esos grandes esfuerzos hechos por estos diseñadores mal intencionados, el gusto natural del hombre por la mujer con ciertas curvas, sigue impávido e inalterado.

Desde luego que, aparte del elemento “forma corporal”, existen otros factores que juegan papel importante para que el radar mental masculino se pronuncie, en un sentido o en otro, con respecto al gusto por una dama.

Si ese radar cerebral del hombre pudiera hablar, adicionalmente a lo de las curvilíneas diría lo siguiente refiriéndose a lo que él busca y valora:

“No hay belleza más irresistible en la mujer que la feminidad y la dulzura, la elegancia y el buen trato… El maquillaje se inventó para que la mujer realce sus encantos, por favor, mujeres, úsenlo; obviamente que en forma adecuada; porque para andar con la cara lavada, estamos los hombres… El cabello, cuanto más largo mejor, pero bien cuidado; porque para estar con el cabello corto, también estamos los hombres… Las manos, pies y uñas, resultan imperdonables si no son impecables… La minifalda se inventó para que las mujeres lucieran sus piernas, especialmente cuando estas son magníficas, porque para tapárselas con pantalones anchos, también para eso estamos los hombres... Nos gustan las mujeres que son exquisitas para seleccionar sus atuendos y sus ropas; claro que sin importar la marca, pero que sean prendas estimulantes que realcen la belleza, y en colores vivos pero ajustados a cada ocasión… Nos gustan las mujeres que saben manejar la vida con autenticidad aunque sin perder el equilibrio; es decir, aquellas que cuando hay que comer, comen con ganas y no con asco; cuando hay que hacer dieta, la saben hacer; cuando es la hora de tener sexo, lo tienen con cuerpo, alma y sin prejuicios; cuando hay que comprar algo, lo compran con gusto y lo disfrutan; y a la hora de ahorrar, ahorran. Y, algo importante, que cuando la edad empiece a evidenciarse en su rostro, lo asuman con tranquilidad, con la satisfacción de haber vivido, y que sigan más alegres que antes".

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