TEMAS ─ POR JOSE VICENTE G.

29.5.13

HACE FALTA VALOR PARA ARRIEGARSE A SER ORIGINAL


Historia real, de José Vicente Gómez S.

Cuando estuve en 4to grado de bachillerato en el Instituto Técnico Superior Dámaso Zapata, por tarea tuve que cumplir con el encargo de leer al famoso épico griego, HOMERO. Y me aburrió. Y, casi que a manera de confesión, en los pasillos del instituto les comentaba a mis amigos de más confianza que yo no estaba de acuerdo con lo que decían los profesores de literatura, en el sentido de que el mundo de las letras declaraba que HOMERO era el mayor poeta épico que hubiere existido y que en consecuencia había que alabar sus virtudes literarias y, lo que era peor, había que disfrutar con sus obras que eran símbolo del periodo helenístico. Pues, justamente, era lo que yo no había logrado hacer: disfrutar con esas obras.

Repetidas veces intenté leer en forma completa La Iliada y La Odisea y siempre se me caían esos libros de las manos en el mismo momento en que cabeceaba. Pero, ante mis superiores académicos, tuve que callar ese desencanto. ¿Cómo declarar que HOMERO me aburría cuando toda la gente culta disfrutaba con sus obras (o, al menos, así lo decían) y proclamaban que era la más bella epopeya que jamás escribiera la mano del hombre? Algo no andaría bien en mí si discrepaba de la opinión universal de todos los hombres conocedores de letras. Al parecer algo me faltaba porque yo no podía llegar a apreciar a HOMERO como los demás lo hacían; y así disimulé, asentí con la cabeza y guardé un discreto silencio cuando profesores y prefectos comentaban y alababan al gran poeta. Yo no veía nada donde los demás veían maravillas. ¿Tendría algún defecto en mi cerebro...? No; mis ojos y mi cerebro estaban bien sanos y mi gusto literario era auténtico, solo que era diferente. Y HACE FALTA VALOR PARA SER DIFERENTE EN UNA SOCIEDAD QUE AMA LA UNIFORMIDAD Y RECOMPENSA EL CONFORMISMO. Pero era chico y tuve que guardar secreto en procura de no poner en riesgo mi nota en literatura.

Pasaron dos años largos y se aproximó el día de mi grado como bachiller, y fui el designado de preparar un discurso de despedida, el cual nunca pude pronunciar porque un disturbio cívico y una rebelión estudiantil produjeron la cancelación de la ceremonia especial de grados a solo tres o cuatro días de la esperada fecha. Y me quedé con las ganas de leer mi discurso juiciosamente preparado en el que, en su parte final, después de elogiar varios aspectos de la institución, terminaba declarando públicamente lo siguiente, refiriéndome a las obras de HOMERO: "...mi conciencia se verá aligerada si, antes de irme de este prestigioso colegio, puedo expresar con toda candidez mis discrepancias respecto del sentir común de la humanidad. Respeto el juicio de los siglos y honro la opinión de los sabios, conozco el veredicto de los críticos y el gusto de la gente entendida; pero también conozco mis propios gustos y mis convicciones personales, y me atrevo a declarar, sin arrogancia y sin ánimo de ofender a nadie, que HOMERO me aburre. No veo porque he de decir que veo lo que no veo y siento lo que no siento. Al contrario, creo que puedo contribuir más a la riqueza de pensamiento expresando mi honesto desacuerdo que despedirme de aquí, respetados profesores y Hermanos Lasallistas, llevándome un forzado acuerdo".

En la vida práctica, lo que yo tenía planeado decir en mi discurso resulta incómodo para la mayoría de las personas en las diferentes situaciones y conceptos de la vida social, les sale más sencillo afirmar, como todo el mundo, el equivalente a que HOMERO es fantástico y sus obras lo mejor que existe así no las conozcan ni tengan idea de qué tratan.

Nos adaptamos a lo que todos hacen y a la opinión de todos, porque nos resulta cómodo y seguro; y una vez que nosotros nos hemos adaptado, nos gusta que los que vienen detrás también se adapten, para que podamos seguir sintiéndonos cómodos y seguros en su compañía. Sigue la corriente, haz lo que todos hacen y piensa como todos piensan. Júntate al grupo y verás lo que el grupo ve, y llegarás a donde el grupo llega que es lo que satisface a la mayor parte de la gente en fácil conformismo... pero deja inquietos los ojos de quienes pueden ver más y los pies de quienes quieren ir más lejos o por camino diferente.

En toda ciudad de alguna importancia se puede ver grupos de turistas que van juntos, de monumento en monumento, con el práctico acuerdo de un itinerario fijo, un programa diario y un precio común para todos. Todos siguen al guía que les explica la historia de lo que ven y el sentido de lo que oyen. Todos miran a la derecha cuando les dice que miren a la derecha, y a la izquierda cuando el guía señala la izquierda, con murmullo unísono de aprobación sumisa. A veces, cuando se apartan a pie del refugio de su auto bus, el guía levanta una banderita para que todos la vean y puedan seguirla sin perderse por los rincones de una callejuela o las galerías de un museo. El grupo va siempre junto y nadie se separa. Siguen su programa día a día. Todos vuelven sanos y salvos con una colección de fotos y recuerdos para comprobar que viajaron y presumir el viaje.

Muy cómodo, desde luego. Pagado y programado de antemano y por esta razón, 'común y corriente', cotidiano y usual. Las postales son las mismas para cada turista, los recuerdos son los mismos y sabidos.

Aceptable para un paseo. Pero resulta que para la mayor parte de la gente, la vida no es más que un tour organizado como por una agencia de viajes. Miran a donde les dicen que tienen que mirar, y ven lo que les dicen que tiene que ver. Van a donde les llevan y se quedan allí hasta cuando les dicen. Obediencia voluntaria a un plan pre-programado. "Miren a su derecha; miren a su izquierda". Unísono de cabezas en concierto de ideas. "Estudia lo que la sociedad dice que vale la pena estudiar", "aprende lo que te dicen que aprendas", "aprecia lo que te dicen que aprecies", "busca lo que te dicen que busques", "aplaude cuando todos aplauden", "sonríe cuando todos sonríen"; "no hagas preguntas y no seas indiscreto". "No pierdas de vista la banderita y no te extraviarás". "No importa que te pierdas el gozo del descubrimiento y la experiencia personal de la maravilla de la vida".

Por fortuna, aún hay puertas abiertas y caminos libres para aquellos que quieran explorar la vida por su cuenta, viajar por caminos infrecuentes y dejarse sorprender por las aventuras de la mente y los horizontes del gusto y del placer.

Quien no haya descubierto tierras nuevas por sí mismo no verá con buenos ojos que otros las descubran. Más bien verá en ello un reproche a su pereza mental y un desafío a su propia inercia. La gente que no cambia no suele permitir a los demás que cambien, no tolera fácilmente el cambio en los demás. Así como se oponen al cambio, la sociedad se anquilosa y las ideas envejecen. En una tal atmósfera hace falta valor para arriesgarse a ser original y proclamarse diferente. La mayoría de la gente prefiere el silencio a la confrontación.

¡He dicho!

1 comentario:

titacanela dijo...

muy cierto... si piensas o actuas diferente al prototipo entonces eres criticado.... pero no hay nada mejor q ser espontaneo y libre, manejando todo con cortesia y respeto no se esta dañando a nadie.... y se disfruta mas de la vida y de todo lo q ella nos ofrece...