TEMAS ─ POR JOSE VICENTE G.

2.6.13

EL CUERVO INSATISFECHO


Dicen que un cuervo vio andar a una perdiz y le gustó bastante su forma de caminar, hasta se lo envivió; entonces, durante largos meses, se propuso aprender esa forma de caminar, pero no pudo. Cuando se fue la perdiz y el cuervo entendió que nunca podría imitarla correctamente y que definitivamente, a pesar de tanto tiempo, no había aprendido a caminar como una perdiz, quiso volver a andar como cuervo, pero se le había olvidado.

En las personas, las imitaciones nunca resultan. Deja de ser uno lo que es, y no llega a ser lo que quiere ser. Pierde su originalidad y no le resulta lo prestado. Ni cuervo ni perdiz. Ya no sabe cómo andar. Se queda con la vergüenza de haber rechazado su manera propia, y con la frustración de no haber aprendido la ajena. No puede seguir la ajena porque no la sabe, ni la propia porque la ha repudiado. Ya nunca andará a gusto en toda su vida. En mala hora se fijó el cuervo en la perdiz.

Cada cosa ha de ser lo que es, cada ser ha de actuar según su naturaleza, cada persona ha de obrar según su carácter. Querer cambiar su propio carácter es destruirse. Si soy cuervo he de andar como cuervo y graznar como cuervo, sin importar el tener andares patosos, color negro y voz áspera. Ni presumo ni me avergüenzo. Soy cuervo de nacimiento y a mucha honra.

En el campo los cuervos siguen andando como cuervos y las perdices como perdices. Han aprendido la lección del cuervo insatisfecho. En las ciudades los hombre y mujeres siguen imitando andares, vestidos, modas, teorías, posturas de cuerpo y de mente. Ojalá no nos alejemos tanto de nosotros mismos que lleguemos a olvidarnos de lo que en realidad somos y de lo que en realidad queremos. Que no se nos haga demasiado tarde.

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