No soy ateo, de ninguna manera; POR EL CONTRARIO.
Pero, sí, soy CERO discípulo de religión alguna. Y no es que
no las siga por ser necio, o por ser un cretino obtuso. Ciertamente ─para mí─
no las legitimo, porque a raíz de mis inquietudes e intranquilidades
intelectuales, desde hace tiempo he leído, estudiado e investigado sobre varias
de ellas, y he quedado atónito y desconcertado; en otras palabras, desde mi
perspectiva, me considero con excelentes y fundamentados criterios para ser
discrepante y opuesto a las religiones. Sé y conozco de muchos fanáticos,
apasionados y ciegos, que están ahí en su culto, porque, sencillamente, no
conocen de más nada... igual que cuando éramos niños y aprendimos el idioma
español sin tener ni vaga idea de lo que era el mandarín, el alemán u otros
muchos idiomas; en ese entonces, podríamos haber jurado que era el único idioma
existente en el Universo.
No obstante mis axiomas y mis opiniones al respecto, soy muy
respetuoso, cuidadoso al extremo y suficientemente considerado con el credo y
el culto que, en torno a este tema, cada quien profesa. Allá cada cual hace con
su cerebro, con sus credibilidades, con sus doctrinas, con sus certidumbres e
incertidumbres; es decir, con su vida, lo que desee hacer. Además, ningún daño
me causan con las normas y cánones que quieran adoptar y seguir. Incluso, he
observado gentes a quienes les ha caído bien la religión, pues en verdad han
cambiado para bien. Y también, en otras, he advertido todo lo contrario.
De otra parte, hay algo que me ha llamado la atención: Es
que a ciertas y particulares personas fanáticas (no todas desde luego) les ha
dado desde hace algún tiempo, con cierta frecuencia, por escribir en sus muros
de Facebook y para que todos lo lean o, mejor, trascribir, no sé si
textualmente de la Biblia o trasladados de algún texto de filosofía, de
teología, o no sé de qué escolástica, una serie de postulados, máximas,
fórmulas, apotegmas y consejos (a veces
largos y confusos) que describen y sugieren actitudes ideales, posturas sacras
y venerables comportamientos que, por cierto, son completamente antagónicos y
contrapuestos a la personalidad y a las venenosas conductas usualmente
mostradas y desplegadas por ─precisamente─ quien los está presentando en su
muro. Eso sería como si CHEPE V. GÓMEZ SANDOVAL ─de la noche a la mañana─ resultara
publicando proverbios para inducir al pesimismo y al desánimo, y para censurar
la rumba y el consumo de licor; o, dicho de otra manera: como si los burros
resultaran hablando de orejas.
A veces es tan profunda la contradicción existente entre el
sublime contenido del mensaje o el estado publicado, y la profana vida que, día
a día, exteriorizan y reflejan estas singulares y sorprendentes personas; que
no sé si es que han perdido la cordura, si es que definitivamente les gusta
hacer el ridículo, o si lo han escrito para hacer chiste y causar risas.
Esos estados contradictorios, en últimas a nadie fastidian;
solo causan extrañeza o hilaridad. Entonces pienso: Si ya estos personajes
cuentan con el respeto de todos sus amigos virtuales por su supuesto fanatismo y por su obcecación hacia
su religión, y que por esto nadie les va a molestar, ¿por qué no lo siguen
profesando allá en su corazón y en su intimidad, en lugar de esforzarse y
propiciar a que sus allegados les pierdan ese respeto justamente por estar
auto-ridiculizando su creencia al publicar estados extraídos de sus textos
guía, en los que describen su anti-yo;
o, mejor, su anti-usted? Y que nadie va a creer que esos augustos contenidos
corresponden a la horma de sus zapatos.
Desde luego que no debo omitir el hecho de que
también me he fijado en personas que son seguidoras de alguna religión, y que,
aparte de ser fervorosas y verdaderamente piadosas dentro de su creencia,
manejan muy buena moderación y nunca hacen quedar mal a su credo; y si algo
escriben o pregonan, es acorde con su diario proceder. Para ellas, mis sinceros
respetos y la aclaración de que en nada aplica, a estas buenas personas, lo
conceptuado en esta nota.
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