La mayoría de las personas parten de un supuesto que
consideran irrebatible, en el sentido de que si una esposa es bella, atractiva y con gran carisma para las relaciones
interpersonales, obligatoriamente su marido debe celarla intensamente y vivir
muy al tanto de los movimiento de ella, sin dejarla sola un instante,
preguntándole por todo, prohibiéndole muchas cosas especialmente amistades y
salidas, en fin... todo un comportamiento celopático ante su esposa por ser
ella muy atrayente. Y en el caso contrapuesto, lo mismo; es decir, si el marido
es apuesto, simpático, interesante en sus diálogos, de buenos modales, fino
vestir y económicamente estable, entonces su esposa debe ocupar el puesto de la
celosa enfermiza para evitar que se lo quiten.
Para desconcierto de muchos, los celos enfermizos o subidos
de tono no se dan estricta y únicamente porque haya razones externas o
estímulos del exterior entorno a la persona que los siente, sino porque existen
motivos internos (del celoso o de la celosa) que propician este comportamiento.
¿Qué tan baja es mi autoestima?, es el motivo, motor y raíz
de fondo que apunta hacia ¡qué tan altos son los celos que siento! Toda persona
notoriamente celosa o que experimenta celopatía, sufre ─necesariamente─ de bajo
nivel de autoestima y, por esto, además, posee otros horribles problemas de
personalidad que no corresponden a este breve artículo.
¡Qué mentira más grande ese cuentico tonto de "me cela porque me ama"! La
frase correcta sería: "Me cela porque no se valora, no se estima, porque se siente inferior y ve a todos los
demás como adversarios que lo superan, porque depende psicológicamente de mí,
porque cree que si me pierde se muere, porque piensa que si me voy de su lado
entonces jamás va a poder conquistar a otra persona, porque me ve como demasiado
o muy calificada para él, porque cree que estando a mi lado la sociedad lo va a
notar con mejores ojos y lo va a apreciar más..."
Dado que la persona celosa en exceso le hace la vida muy
incómoda y fatigosa a su pareja, es normal que si esa ─su pareja─ tiene un
nivel de autoestima alto, no soporte ni aguante los fastidios de su cónyuge o
de su novio(a) celoso(a); y dé por terminada la relación. Así las cosas, la
persona celopática encuentra estabilidad de pareja solo con alguien que tenga problemas de autoestima, y así van los dos de la
mano. ¿O acaso una mujer que realmente se valore va a permitir que su marido
cansón, le impida relacionarse socialmente, o le prohíba vestirse a su gusto y
criterio, o le reprima la amistad con sus amigas...? No, no lo permite, prefiere
irse. O ¿acaso el hombre que se valora va estar y a seguir tranquilo ante el
hecho de que su mujer lo esté reiteradamente buscando en la calle y en las
reuniones para molestarlo y para celarlo...? No, si eso es consuetudinario le
pone su tate quieto o acaba con la relación; pero NO permitirá que se le
interfiera negativamente su nivel de vida y su desenvolvimiento social. Pero si
el sujeto tiene escaso nivel de autoestima, lo aceptará y seguirá conviviendo
con el problema y hasta permitiendo que su mujer le escudriñe la cartera, la
agenda, el celular, los buzones electrónicos y hasta los calzoncillos.
Y lo peor es que la persona celosa enfermiza o que sufre de
esas extremas e intensas emociones (patológicas) de querer poseer a otra
persona para ella sola, pronto pasará de los reclamos verbales a la agresión
física; y como ─en la mayoría de los casos─ su pareja no tiene autoestima, eso
también terminará siendo aceptado o tolerado.
El celoso sufre: vive angustiado, preocupado, triste, con
malestar, se aleja, siente temor de perder a su pareja, se siente desplazado, se
aísla y empieza a hacer todo lo contrario de aquello que pueda despertar
admiración y amor verdadero por parte de su pareja.
De modo pues ─amiga─ que si eres víctima de
celos enfermizos por parte de tu pareja, y tu buen nivel de autoestima te impide
aceptar esa situación, no debes consentir chantajes emocionales, ni ceder a
peticiones que restrinjan tu libertad, ni permitir conductas violentas o
agresivas. Puedes darle una última oportunidad a tu cónyuge en el sentido de
buscar ayuda psicológica o psiquiátrica y esperar a que él la acepte.
Desafortunadamente la efectividad de esas ayudas es bajísima, pues la
personalidad de cualquier sujeto es muy difícil de cambiar y, menos, los
niveles de autoestima (a veces se logran cambios o mejoras temporales; pero, luego, vuelve a lo mismo); si quieres, da esa opción. Y, lo definitivo y
de raíz, es la ruptura, así de sencillo.
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